·
INTRODUCCION.
En el presente trabajo
aplicaré la teoría de Pierre Bourdieu sobre las distintas formas de
capital y el rol de la distribución de las mismas en la reproducción de lo
social. Para ello me valdré del desarrollo sobre este importante
aspecto de su trabajo, aplicándolo a realidades que revelan algunas investigaciones
empíricas que en el área educativa, de trabajo, modelo económico y distribución
de riquezas, se han realizado en la República Dominicana.
En una primera parte desarrollaré
una explicación breve de lo que Bourdieu
denomina ‘’las formas de capital’’: capital cultural, capital social y capital
económico. En este preludio necesario haré especial énfasis en los distintos
subtipos de capital cultural considerados por Bourdieu: el capital cultural
interiorizado, el capital cultural objetivado y el capital cultural
institucionalizado. Posteriormente abordaré la cuestión de la acentuada
desigualdad económica en la República Dominicana, no obstante su constante y
notable crecimiento económico. Asimismo, analizaré parte de la estructura
educativa en la República Dominicana, especialmente la educación superior y su
correspondencia o no con el mercado de trabajo en el país. Finalmente, algunas
consideraciones sobre el resultado nada halagador del análisis que me he
propuesto con el presente trabajo.
·
LAS
FORMAS DE CAPITAL SEGÚN PIERRE BOURDIEU.
Pierre Bourdieu, en un
intento de superar el reduccionismo economicista que exclusivamente considera
como capital a aquél de tipo económico, entendió que existen otras formas de
producción y de relaciones de intercambio que, si bien en principio pretenden
presentarse como alejadas del cálculo económico y no convertibles en dinero,
pueden convertirse en capital económico. Según Bourdieu la dificultad de
convertirlas en dinero radica precisamente “en
que son fabricadas con la intención de una expresa negación de lo económico.”[1]
Estas otras formas de producción y de relaciones de intercambio constituyen
dos formas de capital distintas al usualmente conocido capital económico: el capital
cultural y el capital social.
De manera muy general, el
capital cultural puede ser considerado como aquel capital que refiere a los
saberes acumulados. Se trata del conjunto de habilidades y destrezas, sobre
todo cognitivas, que vamos incorporando como personas. Bourdieu identifica subtipos
específicos de este tipo de capital: el capital cultural interiorizado, el
capital cultural objetivado y el capital cultural institucionalizado.
El capital cultural
interiorizado es aquel que se incorpora en forma de disposiciones duraderas del
organismo.[2]
Este tipo de capital cultural se encuentra vinculado de muchas formas a la
persona en su singularidad biológica, “y
se transmite por vía de la herencia social, transmisión que, por demás, se
produce siempre a escondidas y suele pasar totalmente inadvertida.”[3]
Es decir, se trata de los conocimientos y saberes que vamos interiorizando
como consecuencia de las propias disposiciones que heredamos socialmente, de
manera muy especial en lo que respecta al ámbito familiar, ya que, sin dudas,
es éste uno de los primeros espacios de socialización de los individuos. Sin
embargo, esto no quiere decir que esta forma de capital se agota en el ámbito
familiar, sino que a partir del mismo el individuo incorpora a sí condiciones
que le permiten seguir sumando saberes, a través, sobre todo, de la inversión de
tiempo que dedique a ello.
Por otro lado, el capital
cultural objetivado refiere a la aplicación de un previo capital cultural
interiorizado en la apropiación simbólica de bienes culturales. Como expresa
Bourdieu, los bienes culturales pueden ser apropiados tanto material como simbólicamente.
En el primer caso bastaría contar con el suficiente capital económico para
adquirirlos, pero esto por sí solo no garantiza el posterior uso ‘’apropiado’’
del bien. Para ello requiero una apropiación simbólica, es decir, contar con el
capital cultural interiorizado para darle un correcto y específico
funcionamiento.[4]
En resumen, no me basta adquirir un bien, también debo contar con el know how necesario para su utilización –según
los parámetros sociales dominantes.
Vale un ejemplo tal vez un
poco forzado pero bastante ilustrativo. Dos personas se encuentran en un bar y
ambas piden al mesero el mismo trago de cognac. Sin embargo, mientras uno toma
su trago sin añadir ninguna otra bebida o solamente con hielo, el otro añade al
trago una bebida energizante. Evidentemente ambas personas se han apropiado
materialmente del bien de la misma forma,
pero en términos simbólicos la apropiación ha sido distinta. Mientras que el
primero, bajo los parámetros sociales dominantes –como se entiende que debe tomarse
cognac-, demuestra contar con un capital cultural objetivado que le permite
apropiarse correctamente del bien, el segundo se apropia del mismo bien en una
forma no considerada ‘’correcta’’ o incluso considerada ridícula. El capital
social objetivado se trata, como ya en parte he expresado, de contar con un
bagaje cultural previo para ser exitoso en la apropiación simbólica de los
bienes.
Por último está el capital
cultural institucionalizado, que como su nombre lo indica, refiere a una
institucionalización del capital cultural interiorizado. La forma en que esto
se produce es a través de la certificación académica. Una vez
institucionalizado el capital cultural interiorizado, se libera en principio al
portador de la carga de demostración de su saber y, por tanto, se coloca a la
persona en una mejor posición de obtener un retorno al capital económico
invertido para lograr su certificación. Gran parte de la labor universitaria
hoy en día está dedicada precisamente a cumplir esta función certificante y de
ahí la imperiosa carrera de las personas de procurar constantemente la certificación
de sus supuestos saberes.
Por otro lado, según
Bourdieu, el capital social “está constituido
por la totalidad de los recursos potenciales o actuales asociados a la posesión
de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de
conocimiento y reconocimientos mutuos.”[5]Esta
red de relaciones “es el producto de estrategias individuales o colectivas de inversión,
consciente o inconscientemente dirigida a establecer y mantener relaciones que
prometan, más tarde o más temprano, un
provecho inmediato.”[6]
Se trata, sin más ni menos, de lo que el sentido común ordinario suele denominar
“relaciones”, y las implicaciones que las mismas tienen en las oportunidades de
éxito, especialmente aquellas vinculadas con la adquisición o mantenimiento de
capital económico. El uso del capital social es moneda diaria en cualquier
sociedad, más en una como la República Dominicana. Los contactos, las
relaciones y la pertenencia a grupos sociales donde convergen personas y
familias mutuamente reconocidas, son indispensables para lograr, entre otras
cosas, buenos puestos de trabajo.
La acumulación del capital
cultural, del capital social, del capital económico y su relacionamiento mutuo,
configura un orden de reproducción de lo social con lógicas constantes que
rebasan las meras intenciones particulares de los individuos de obtener éxito
en la sociedad. Por ejemplo, alguien nacido en una familia con escaso capital
económico, probablemente no podrá contar con el mismo tiempo para adquirir
capital cultural que otra persona cuya familia tuviera una buena dotación de
dicho capital económico. Todo ello incide en que algunos tengan mucho más
probabilidad de alcanzar un capital cultural institucionalizado, es decir, una
certificación académica. Y aun aquellos que superando adversidades logren una
certificación académica, probablemente no cuenten con el capital social
necesario para poder obtener retornos considerables a la inversión económica en
su formación, es decir, relacionarse con las personas con una dotación de
capital económico destinado a la adquisición de los servicios de su capital
cultural institucionalizado.
Bourdieu entiende que para
comprender el funcionamiento, transformación y conservación del capital, debe
partirse de una doble asunción. De una parte, que el capital económico sirve de
base a todos los demás tipos de capital, pero de otra, que las manifestaciones
trasformadas y travestidas del capital económico no pueden reconducirse
únicamente a él, ya que dichas manifestaciones tan sólo puede producir sus
efectos específicos en la medida en que oculten que es el capital económico el
que les sirve de base y el que, siquiera en última instancia, determina sus
efectos. [7]
En las líneas que vienen
intentaré demostrar como el comportamiento del capital en la República
Dominicana tiende, sobre todo, a la conservación de las relaciones sociales
vigentes. Esta realidad constituye una clara consecuencia de una concentración
acentuada del capital económico, social y cultural, y la forma en que dicha
dinámica ha prácticamente petrificado el espacio social dominicano.
·
LA
CONCENTRACION DEL CAPITAL ECONOMICO EN REPUBLICA DOMINICANA.
En enero del año 2015 el
Banco Mundial presentó un interesante informe sobre la realidad económica de la
República Dominicana. Dicho informe reflejó el contraste entre un notable
crecimiento económico, a la par con una escasa mejoría en la distribución y una
prácticamente nula movilidad económica. El informe debe su título precisamente
a ese resultado de la investigación: “Cuando la prosperidad no es compartida.
Los vínculos débiles entre el crecimiento y la equidad en la República
Dominicana.”[8]
Según este informe del Banco Mundial, el
crecimiento del Producto Interno Bruto de la República Dominicana en el período
2000-2011 se incrementó en un 50%. Sin embargo, apenas un 2% de la población
escaló a un grupo de mayores ingresos durante la década, lo que evidencia una
escasa o casi nula movilidad económica, en comparación de la media
latinoamericana y caribeña de un 41%. Peor aún, durante este período un 19% de
la población sufrió un deterioro en su estatus económico. Al 2011 la tasa de
pobreza se encontraba 40.4%.
Uno de los aspectos más
importantes que arrojó este informe fue determinar que factores como la
riqueza inicial, los activos y las oportunidades económicas inciden en la
movilidad económica en la República Dominicana. Según el informe, “los hogares que hoy pertenecen a la clase
media o a la clase más alta están encabezados por las personas con mayor nivel
de educación que los jefes de hogares que se encuentran en una situación de
pobreza o vulnerabilidad.” [9]
Asimismo, como factores como el lugar de residencia, el nivel de educación de
los padres, el ingreso familiar, “limitan
la igualdad de oportunidades y la movilidad económica a través de
generaciones.”[10]
Es evidente que a partir
de los datos enunciados por el informe puede uno aproximarse a una línea
argumentativa como la de Bourdieu. La dotación de un mayor capital económico es
una condición indispensable para que las personas tengan el tiempo necesario para
ser invertido en la adquisición de capital cultural. Además, dada la
concentración económica que revela el estudio y su correlación con el nivel de
educación inicial de los jefes de familia de clase media y clase alta, todo
parece indicar que en la República Dominicana existe un círculo de reproducción
según el cual quienes tienen una mayor dotación de capital económico lo tienen también de capital cultural y, por tanto, las generaciones que les suceden no
solo heredan el capital económico necesario para invertir tiempo adecuado en la
adquisición de capital cultural, sino el capital cultural mismo en forma
interiorizada por su contacto con un determinado ambiente familiar. Eso les da
una ventaja no solo una vez se encuentran inmersos en el proceso educativo
formal, sino también de manera previa al mismo.
Tal y como expresa
Bourdieu, las teorías del “capital humano” que procuran detectar las
posibilidades de éxito educativo en las aptitudes, talentos o dotes, ignoran “la contribución que el sistema educativo,
al sancionar la transmisión hereditaria de capital humano, realiza para la
reproducción de la estructura social.”[11]
Y es que “el rendimiento escolar de la
acción educativa depende del capital cultural previamente invertido.”[12]En
el próximo apartado ofrecemos información empírica sobre esta afirmación.
·
LA EDUCACION COMO PRIVILEGIO.
La
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos realizó en el año
2012 un estudio titulado “La Educación Superior en la República Dominicana”[13].
Los datos que dicho estudió arrojó son verdaderamente reveladores para entender
la reproducción de lo social en la República Dominicana.
Según
el referido estudio, para el año 2009 el porcentaje de jóvenes entre 19 y 24
años que cursaba educación superior llegaba a un 29.1%. Es decir que la mayor
parte de las personas en ese rango de edad no se encontraban cursando estudios
de educación superior. Sin embargo, la tasa de atrición aparente, esto es, la
deserción de dichos estudios por parte del 29.1% indicado, ascendía a un 50%,
pudiendo variar de un 10% en las universidades privadas a un 80% en la universidad estatal.[14]
La
mayor parte de esta deserción se produce en los dos primeros años de carrera
universitaria, en los cuales se imparte un programa de nivelación dadas las
carencias que arrastran los estudiantes del sistema educativo inicial y medio. Esas
carencias pueden comprobarse en el alto grado de repeticencia que se produce en
dichas fases de la educación, cuando no en la propia deserción escolar temprana,
explicada en gran parte por los bajos ingresos de las familias.[15]
El estudio también revela que los estudiantes que ingresan a las universidades
privadas, en su mayoría provenientes de colegios privados, se encuentran mucho
más preparados que los estudiantes que ingresan a la universidad estatal, en su
mayoría provenientes de escuelas públicas. Según el estudio el promedio de
estudiantes que ingresan a la universidad estatal posee un nivel promedio
correspondiente a un sexto grado de educación primaria.[16]
Esta
información indica que las personas nacidas en familias con una condición
socioeconómica limitada o precaria, y que por tanto no pueden acceder a los
servicios de educación privada, se ven conminadas a ingresar en el sistema
público, que en el caso dominicano adolece de innumerables deficiencias. Los
altos grados de repeticencia en el nivel inicial, más que vinculados a las
faltas de aptitudes o destrezas de los niños, parecen deberse más a problemas
estructurales relacionados con el escaso capital económico de sus familias y el
consecuente escaso capital cultural. Lo mismo parece sucede con la alta
deserción en la educación superior. Como establece Bourdieu, “un individuo solo puede prolongar el tiempo
destinado a la acumulación de capital cultural mientras su familia pueda
garantizarle tiempo libre y liberado de la necesidad económica”[17],
algo que en la República Dominicana no es la regla, ya que los datos arrojan
que la mayoría de las familias presentan severas precariedades económicas.
La
información sobre las capacidades de los estudiantes al acceder al nivel
superior, así como sobre los niveles de deserción, en comparación de aquellos
que se encuentran en el sistema privado con aquellos que se encuentran en el
público, revela la importancia trascendental que tiene la dotación de capital
económico para poder adquirir capital cultural en la República Dominicana, ya
que la provisión del Estado en el ámbito educativo ha demostrado ser sumamente
precaria. La educación es prácticamente un privilegio de quien pueda pagarla.
Aun
aquellos que, a pesar de estas lógicas internas al sistema y de lo adversas de
las mismas para los más pobres, logran convertirse en verdaderas excepciones
estadísticas y obtener una certificación que avale la dotación de capital
cultural adquirido, se ven con otra triste realidad una vez inmersos en el
mercado laboral: la ausencia del capital social necesario para obtener un retorno
satisfactorio.
·
CAPITAL SOCIAL Y MERCADO DE TRABAJO.
El
modelo económico de la República Dominicana determina en gran medida su mercado
de trabajo. Este país caribeño, al igual que otras economías dependientes y de
periferia, funda esencialmente su modelo económico en la exportación de bienes
primarios no elaborados y en los sectores de servicios e intermediación. La
primera de dichas actividades económicas es mayormente intensiva en capital,
como por ejemplo la extracción de oro. Por su parte, la segunda, al no estar
vinculada con la elaboración de bienes mediante la agregación de valor, no
requiere la cualificación laboral propia de otros procesos en los que son
necesarios mayores conocimientos técnicos.
El
61% de la economía dominicana se enfoca al sector servicios e intermediación, y
dentro de dicho sector predomina con casi un 50% el sector comercio y las
telecomunicaciones. En el caso de otros sectores, como la industria, predomina
la manufactura local orientada a la fabricación de bienes de uso y de consumo
de bajo procesamiento.[18]
Es decir que el grueso de la actividad económica dominicana demanda de una mano
de obra con poca cualificación. Esto se comprueba al observar que de la
cantidad empleados formales, sólo 46,505 tenían un nivel universitario en el
año 2009, en comparación con 411,519 que no tenían ninguno, 501,739
primario-escolar y 606, 593 secundario-escolar o técnico vocacional.[19]
Uno
de los hallazgos del estudio de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico que ya hemos citado, fue precisamente el escaso
requerimiento de mano de obra cualificada por parte del mercado laboral. En
correspondencia con dicha situación, lo oferta de estudiantes egresados se
orienta a perpetuar una economía que no es competitiva, ya que en su mayoría
están destinados a labores de oficinas. El estudio es certero al afirmar lo
siguiente:
“Dada
la estructura de la economía dominicana, podría decirse que no tendría caso
incrementar el nivel de capacitación de la fuerza laboral del país ya que
conduciría a más desempleo o a la emigración de las personas mejores
capacitadas hacia Estados Unidos o a otros países. Podría también afirmarse que
no hay futuro de largo plazo en una sociedad que se basa en la mano poco
cualificada y que, con una población mejor educada, la República Dominicana
podría desarrollar una economía que se apoye más en altos conocimientos y se
beneficie más de su proximidad con Estados Unidos, de los vínculos con
dominicanos que radican en el extranjero y de la economía global en general.
Desde este punto de vista, la concentración excesiva de la educación superior
en actividades de apoyo o de oficina constituye una indicación de que la
República Dominicana debería efectuar esfuerzos por diversificar la educación
que sus universidades proveen y hacer mayor hincapié en la educación en niveles
más avanzados.”[20]
De
esto puede inferirse claramente que, en primer lugar, la adquisición de capital
cultural institucionalizado no es garantía para las personas insertarse en el
mercado de trabajo, ya que la mayor demanda, según el modelo económico
dominicano, se dirige sobre todo a un trabajo precario y que no requiere
cualificación; y en segundo lugar, que la oferta de estudiantes egresados está
dirigida a actividades improductivas y respecto de las cuales las personas son
fácilmente prescindibles o sustituibles.
Esto
demuestra que la tasa de retorno de las inversiones de tiempo y capital
económico en la obtención de capital cultural institucionalizado están
directamente condicionadas por un modelo económico improductivo.
Requiriendo el grueso de la demanda laboral una mano de obra que no requiere
cualificación, es evidente que en las pocas plazas para las cuales se requiere
una formación cualificada la competencia se acentúa. Y evidentemente quienes
tienen mayor probabilidad para ganar esta competencia y hacerse con las plazas
que garanticen el retorno, son aquellas personas que cuentan con una mayor
dotación de capital social. Estas personas usualmente provienen de familias que tienen una mayor dotación de capital económico
y cultural, más en una sociedad con una concentración económica tan acentuada
como la dominicana. Como expresa Bourdieu, “el
rendimiento social y económico de la titulación académica depende del capital
social, igualmente heredado, que pueda ser movilizado para respaldarla.”[21]
·
CONCLUSION.
De
una combinación de los datos que revelan una concentración económica en la
República Dominicana, conjuntamente con aquellos que explican el comportamiento
del sistema educativo y del modelo económico que determina el mercado de
trabajo, se puede llegar a la conclusión de que lo social se reproduce
constantemente a través de un ciclo en el cual el capital económico sirve como
impulso de ida y meta de llegada. Contrario a ideas ingenuas fundadas en un individualismo
igualmente ingenuo que entiende que las probabilidades de éxito dependen de la
mentalidad y de los esfuerzos individuales, la realidad demuestra que en la
sociedad hay ciertas lógicas internas que tienden a reproducirse una y otra
vez, en este caso como ciclo que pretende mantener la conservación del capital en ciertos sectores y familias.
Como
expresa Bourdieu, “el capital hace que
los juegos de intercambio de la vida social, en especial de la vida económica,
no discurran como simples juegos de azar en los que en todo momento es posible
dar la sorpresa.” Y es que “la
estructura de distribución de los diferentes tipos y subtipos de capital, dada
en un momento determinado del tiempo, corresponde a la estructura inmanente del
mundo social, esto es, a la totalidad de las fuerzas que le son inherentes, y
mediante las cuales se determina el funcionamiento duradero de la realidad
social y se deciden las oportunidades de éxito de las prácticas.”[22]A
grandes rasgos he tratado de explicar como esas oportunidades de éxito se
encuentran concentradas atendiendo al funcionamiento de la estructura de
distribución de los tipos y subtipos de capital en la República Dominicana. Un
resultado no muy halagüeño para la mayoría de dominicanos y dominicanas.
·
BIBLIOGRAFIA.
ü BANCO
MUNDIAL: “Cuando la prosperidad no es
compartida. Los vínculos débiles entre el crecimiento y la equidad en la
República Dominicana.” Enero 2014. Disponible en sitio web (Visitado 15 de
octubre del año 2015): http://economia.gob.do/mepyd/wp-content/uploads/archivos/libros/crecimiento-equidad-republica-dominicana.pdf
ü BOSCH,
Matías: La educación desarraigada. En
FUNDACION JUAN BOSCH: La crisis educativa
y el modelo económico-político en la República Dominicana. Fundación Juan
Bosch, Colección Bosch Vive No. 4, 2013.
ü OCDE:
La Educación Superior en la República
Dominicana. 2012. Disponible en sitio web (Visitado 15 de octubre del año
2015) http://www.seescyt.gov.do/Documentos%20Mix%202010/OCDE%20listo%20para%20diagramaci%C3%B3n%20(2).pdf
ü BOURDIEU,
Pierre: Las formas del capital. Capital
económico, capital cultural y capital social, en: Poder, Derecho y Clases Sociales;
ed. Desclée de Brower, Bilbao, 2000.
[1] Pierre
BOURDIEU: Las formas del capital. Capital
económico, capital cultural y capital social, en: Poder, Derecho y Clases Sociales; ed. Desclée de Brower,
Bilbao, 2000, p. 134.
[2]
Ibídem, p. 136.
[3]
Ibídem, o, 139.
[4]
Ibídem, pp. 144-145.
[5]
Ibídem, p. 148.
[6]
Ibídem, p. 151.
[7]
Ibídem, p. 157.
[8] BANCO MUNDIAL: “Cuando la prosperidad no es compartida. Los vínculos débiles entre el
crecimiento y la equidad en la República Dominicana.” Enero 2014. Disponible
en sitio web (Visitado 15 de octubre del año 2015): http://economia.gob.do/mepyd/wp-content/uploads/archivos/libros/crecimiento-equidad-republica-dominicana.pdf
[9]
Ibídem, p. 11.
[10]
Ibídem, p. 14.
[11] Pierre
BOURDIEU, Op. Cit. p. 138.
[12]
Ídem.
[13]
OCDE: La Educación Superior en la
República Dominicana. 2012. Disponible en sitio web (Visitado 15 de octubre
del año 2015)
http://www.seescyt.gov.do/Documentos%20Mix%202010/OCDE%20listo%20para%20diagramaci%C3%B3n%20(2).pdf
[14]
Ibídem, p. 14.
[15]
Ibídem, p. 44.
[16]
Ibídem, p. 73.
[17] Pierre
BOURDIEU, Op. Cit. p. 143.
[18]
BOSCH, Matías: La educación desarraigada.
En FUNDACION JUAN BOSCH: La crisis
educativa y el modelo económico-político en la República Dominicana. Fundación
Juan Bosch, Colección Bosch Vive No. 4, 2013, pp. 20-24.
[19]
Ibídem, p. 30.
[20]
OCDE: La Educación Superior en la
República Dominicana. Op. Cit., p. 90.
[21] Pierre
BOURDIEU, Op. Cit. p. 138.
[22]
Ibídem, pp. 131-132.