viernes, 8 de abril de 2016

LAS FORMAS DE CAPITAL Y LA REPRODUCCIÓN DE LO SOCIAL EN LA REPÚBLICA DOMINICANA



·         INTRODUCCION.

En el presente trabajo aplicaré la teoría de Pierre Bourdieu sobre las distintas formas de capital y el rol de la distribución de las mismas en la reproducción de lo social. Para ello me valdré del desarrollo sobre este importante aspecto de su trabajo, aplicándolo a realidades que revelan algunas investigaciones empíricas que en el área educativa, de trabajo, modelo económico y distribución de riquezas, se han realizado en la República Dominicana.

En una primera parte desarrollaré una explicación  breve de lo que Bourdieu denomina ‘’las formas de capital’’: capital cultural, capital social y capital económico. En este preludio necesario haré especial énfasis en los distintos subtipos de capital cultural considerados por Bourdieu: el capital cultural interiorizado, el capital cultural objetivado y el capital cultural institucionalizado. Posteriormente abordaré la cuestión de la acentuada desigualdad económica en la República Dominicana, no obstante su constante y notable crecimiento económico. Asimismo, analizaré parte de la estructura educativa en la República Dominicana, especialmente la educación superior y su correspondencia o no con el mercado de trabajo en el país. Finalmente, algunas consideraciones sobre el resultado nada halagador del análisis que me he propuesto con el presente trabajo.

·         LAS FORMAS DE CAPITAL SEGÚN PIERRE BOURDIEU.

Pierre Bourdieu, en un intento de superar el reduccionismo economicista que exclusivamente considera como capital a aquél de tipo económico, entendió que existen otras formas de producción y de relaciones de intercambio que, si bien en principio pretenden presentarse como alejadas del cálculo económico y no convertibles en dinero, pueden convertirse en capital económico. Según Bourdieu la dificultad de convertirlas en dinero radica precisamente “en que son fabricadas con la intención de una expresa negación de lo económico.”[1] Estas otras formas de producción y de relaciones de intercambio constituyen dos formas de capital distintas al usualmente  conocido capital económico: el capital cultural y el capital social.

De manera muy general, el capital cultural puede ser considerado como aquel capital que refiere a los saberes acumulados. Se trata del conjunto de habilidades y destrezas, sobre todo cognitivas, que vamos incorporando como personas. Bourdieu identifica subtipos específicos de este tipo de capital: el capital cultural interiorizado, el capital cultural objetivado y el capital cultural institucionalizado.

El capital cultural interiorizado es aquel que se incorpora en forma de disposiciones duraderas del organismo.[2] Este tipo de capital cultural se encuentra vinculado de muchas formas a la persona en su singularidad biológica, “y se transmite por vía de la herencia social, transmisión que, por demás, se produce siempre a escondidas y suele pasar totalmente inadvertida.”[3] Es decir, se trata de los conocimientos y saberes que vamos interiorizando como consecuencia de las propias disposiciones que heredamos socialmente, de manera muy especial en lo que respecta al ámbito familiar, ya que, sin dudas, es éste uno de los primeros espacios de socialización de los individuos. Sin embargo, esto no quiere decir que esta forma de capital se agota en el ámbito familiar, sino que a partir del mismo el individuo incorpora a sí condiciones que le permiten seguir sumando saberes, a través, sobre todo, de la inversión de tiempo que dedique a ello.

Por otro lado, el capital cultural objetivado refiere a la aplicación de un previo capital cultural interiorizado en la apropiación simbólica de bienes culturales. Como expresa Bourdieu, los bienes culturales pueden ser apropiados tanto material como  simbólicamente. En el primer caso bastaría contar con el suficiente capital económico para adquirirlos, pero esto por sí solo no garantiza el posterior uso ‘’apropiado’’ del bien. Para ello requiero una apropiación simbólica, es decir, contar con el capital cultural interiorizado para darle un correcto y específico funcionamiento.[4] En resumen, no me basta adquirir un bien, también debo contar con el know how necesario para su utilización –según los parámetros sociales dominantes.

Vale un ejemplo tal vez un poco forzado pero bastante ilustrativo. Dos personas se encuentran en un bar y ambas piden al mesero el mismo trago de cognac. Sin embargo, mientras uno toma su trago sin añadir ninguna otra bebida o solamente con hielo, el otro añade al trago una bebida energizante. Evidentemente ambas personas se han apropiado materialmente del bien  de la misma forma, pero en términos simbólicos la apropiación ha sido distinta. Mientras que el primero, bajo los parámetros sociales dominantes –como se entiende que debe tomarse cognac-, demuestra contar con un capital cultural objetivado que le permite apropiarse correctamente del bien, el segundo se apropia del mismo bien en una forma no considerada ‘’correcta’’ o incluso considerada ridícula. El capital social objetivado se trata, como ya en parte he expresado, de contar con un bagaje cultural previo para ser exitoso en la apropiación simbólica de los bienes.

Por último está el capital cultural institucionalizado, que como su nombre lo indica, refiere a una institucionalización del capital cultural interiorizado. La forma en que esto se produce es a través de la certificación académica. Una vez institucionalizado el capital cultural interiorizado, se libera en principio al portador de la carga de demostración de su saber y, por tanto, se coloca a la persona en una mejor posición de obtener un retorno al capital económico invertido para lograr su certificación. Gran parte de la labor universitaria hoy en día está dedicada precisamente a cumplir esta función certificante y de ahí la imperiosa carrera de las personas de procurar constantemente la certificación de sus supuestos saberes.

Por otro lado, según Bourdieu, el capital social “está constituido por la totalidad de los recursos potenciales o actuales asociados a la posesión de una red duradera de relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimientos mutuos.”[5]Esta red de relaciones  “es el producto de estrategias individuales o colectivas de inversión, consciente o inconscientemente dirigida a establecer y mantener relaciones que prometan, más tarde o más temprano, un  provecho inmediato.”[6] Se trata, sin más ni menos, de lo que el sentido común ordinario suele denominar “relaciones”, y las implicaciones que las mismas tienen en las oportunidades de éxito, especialmente aquellas vinculadas con la adquisición o mantenimiento de capital económico. El uso del capital social es moneda diaria en cualquier sociedad, más en una como la República Dominicana. Los contactos, las relaciones y la pertenencia a grupos sociales donde convergen personas y familias mutuamente reconocidas, son indispensables para lograr, entre otras cosas, buenos puestos de trabajo.

La acumulación del capital cultural, del capital social, del capital económico y su relacionamiento mutuo, configura un orden de reproducción de lo social con lógicas constantes que rebasan las meras intenciones particulares de los individuos de obtener éxito en la sociedad. Por ejemplo, alguien nacido en una familia con escaso capital económico, probablemente no podrá contar con el mismo tiempo para adquirir capital cultural que otra persona cuya familia tuviera una buena dotación de dicho capital económico. Todo ello incide en que algunos tengan mucho más probabilidad de alcanzar un capital cultural institucionalizado, es decir, una certificación académica. Y aun aquellos que superando adversidades logren una certificación académica, probablemente no cuenten con el capital social necesario para poder obtener retornos considerables a la inversión económica en su formación, es decir, relacionarse con las personas con una dotación de capital económico destinado a la adquisición de los servicios de su capital cultural institucionalizado.

Bourdieu entiende que para comprender el funcionamiento, transformación y conservación del capital, debe partirse de una doble asunción. De una parte, que el capital económico sirve de base a todos los demás tipos de capital, pero de otra, que las manifestaciones trasformadas y travestidas del capital económico no pueden reconducirse únicamente a él, ya que dichas manifestaciones tan sólo puede producir sus efectos específicos en la medida en que oculten que es el capital económico el que les sirve de base y el que, siquiera en última instancia, determina sus efectos. [7]

En las líneas que vienen intentaré demostrar como el comportamiento del capital en la República Dominicana tiende,  sobre todo,  a la conservación de las relaciones sociales vigentes. Esta realidad constituye una clara consecuencia de una concentración acentuada del capital económico, social y cultural, y la forma en que dicha dinámica ha prácticamente petrificado el espacio social dominicano.

·         LA CONCENTRACION DEL CAPITAL ECONOMICO EN REPUBLICA DOMINICANA.

En enero del año 2015 el Banco Mundial presentó un interesante informe sobre la realidad económica de la República Dominicana. Dicho informe reflejó el contraste entre un notable crecimiento económico, a la par con una escasa mejoría en la distribución y una prácticamente nula movilidad económica. El informe debe su título precisamente a ese resultado de la investigación: “Cuando la prosperidad no es compartida. Los vínculos débiles entre el crecimiento y la equidad en la República Dominicana.”[8]

 Según este informe del Banco Mundial, el crecimiento del Producto Interno Bruto de la República Dominicana en el período 2000-2011 se incrementó en un 50%. Sin embargo, apenas un 2% de la población escaló a un grupo de mayores ingresos durante la década, lo que evidencia una escasa o casi nula movilidad económica, en comparación de la media latinoamericana y caribeña de un 41%. Peor aún, durante este período un 19% de la población sufrió un deterioro en su estatus económico. Al 2011 la tasa de pobreza se encontraba 40.4%.

Uno de los aspectos más importantes que arrojó este informe fue determinar que factores como la riqueza inicial, los activos y las oportunidades económicas inciden en la movilidad económica en la República Dominicana. Según el informe, “los hogares que hoy pertenecen a la clase media o a la clase más alta están encabezados por las personas con mayor nivel de educación que los jefes de hogares que se encuentran en una situación de pobreza o vulnerabilidad.” [9] Asimismo, como factores como el lugar de residencia, el nivel de educación de los padres, el ingreso familiar, “limitan la igualdad de oportunidades y la movilidad económica a través de generaciones.”[10]

Es evidente que a partir de los datos enunciados por el informe puede uno aproximarse a una línea argumentativa como la de Bourdieu. La dotación de un mayor capital económico es una condición indispensable para que las personas tengan el tiempo necesario para ser invertido en la adquisición de capital cultural. Además, dada la concentración económica que revela el estudio y su correlación con el nivel de educación inicial de los jefes de familia de clase media y clase alta, todo parece indicar que en la República Dominicana existe un círculo de reproducción según el cual quienes tienen una mayor dotación de capital económico lo tienen también de capital cultural y, por tanto, las generaciones que les suceden no solo heredan el capital económico necesario para invertir tiempo adecuado en la adquisición de capital cultural, sino el capital cultural mismo en forma interiorizada por su contacto con un determinado ambiente familiar. Eso les da una ventaja no solo una vez se encuentran inmersos en el proceso educativo formal, sino también de manera previa al mismo.

Tal y como expresa Bourdieu, las teorías del “capital humano” que procuran detectar las posibilidades de éxito educativo en las aptitudes, talentos o dotes, ignoran “la contribución que el sistema educativo, al sancionar la transmisión hereditaria de capital humano, realiza para la reproducción de la estructura social.”[11] Y es que “el rendimiento escolar de la acción educativa depende del capital cultural previamente invertido.”[12]En el próximo apartado ofrecemos información empírica sobre esta afirmación.

·         LA EDUCACION COMO PRIVILEGIO.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos realizó en el año 2012 un estudio titulado “La Educación Superior en la República Dominicana”[13]. Los datos que dicho estudió arrojó son verdaderamente reveladores para entender la reproducción de lo social en la República Dominicana.

Según el referido estudio, para el año 2009 el porcentaje de jóvenes entre 19 y 24 años que cursaba educación superior llegaba a un 29.1%. Es decir que la mayor parte de las personas en ese rango de edad no se encontraban cursando estudios de educación superior. Sin embargo, la tasa de atrición aparente, esto es, la deserción de dichos estudios por parte del 29.1% indicado, ascendía a un 50%, pudiendo variar de un 10% en las universidades privadas a un 80% en la universidad estatal.[14]

La mayor parte de esta deserción se produce en los dos primeros años de carrera universitaria, en los cuales se imparte un programa de nivelación dadas las carencias que arrastran los estudiantes del sistema educativo inicial y medio. Esas carencias pueden comprobarse en el alto grado de repeticencia que se produce en dichas fases de la educación, cuando no en la propia deserción escolar temprana, explicada en gran parte por los bajos ingresos de las familias.[15] El estudio también revela que los estudiantes que ingresan a las universidades privadas, en su mayoría provenientes de colegios privados, se encuentran mucho más preparados que los estudiantes que ingresan a la universidad estatal, en su mayoría provenientes de escuelas públicas. Según el estudio el promedio de estudiantes que ingresan a la universidad estatal posee un nivel promedio correspondiente a un sexto grado de educación primaria.[16]

Esta información indica que las personas nacidas en familias con una condición socioeconómica limitada o precaria, y que por tanto no pueden acceder a los servicios de educación privada, se ven conminadas a ingresar en el sistema público, que en el caso dominicano adolece de innumerables deficiencias. Los altos grados de repeticencia en el nivel inicial, más que vinculados a las faltas de aptitudes o destrezas de los niños, parecen deberse más a problemas estructurales relacionados con el escaso capital económico de sus familias y el consecuente escaso capital cultural. Lo mismo parece sucede con la alta deserción en la educación superior. Como establece Bourdieu, “un individuo solo puede prolongar el tiempo destinado a la acumulación de capital cultural mientras su familia pueda garantizarle tiempo libre y liberado de la necesidad económica”[17], algo que en la República Dominicana no es la regla, ya que los datos arrojan que la mayoría de las familias presentan severas precariedades económicas.

La información sobre las capacidades de los estudiantes al acceder al nivel superior, así como sobre los niveles de deserción, en comparación de aquellos que se encuentran en el sistema privado con aquellos que se encuentran en el público, revela la importancia trascendental que tiene la dotación de capital económico para poder adquirir capital cultural en la República Dominicana, ya que la provisión del Estado en el ámbito educativo ha demostrado ser sumamente precaria. La educación es prácticamente un privilegio de quien pueda pagarla.

Aun aquellos que, a pesar de estas lógicas internas al sistema y de lo adversas de las mismas para los más pobres, logran convertirse en verdaderas excepciones estadísticas y obtener una certificación que avale la dotación de capital cultural adquirido, se ven con otra triste realidad una vez inmersos en el mercado laboral: la ausencia del capital social necesario para obtener un retorno satisfactorio.

·         CAPITAL SOCIAL Y MERCADO DE TRABAJO.

El modelo económico de la República Dominicana determina en gran medida su mercado de trabajo. Este país caribeño, al igual que otras economías dependientes y de periferia, funda esencialmente su modelo económico en la exportación de bienes primarios no elaborados y en los sectores de servicios e intermediación. La primera de dichas actividades económicas es mayormente intensiva en capital, como por ejemplo la extracción de oro. Por su parte, la segunda, al no estar vinculada con la elaboración de bienes mediante la agregación de valor, no requiere la cualificación laboral propia de otros procesos en los que son necesarios mayores conocimientos técnicos.

El 61% de la economía dominicana se enfoca al sector servicios e intermediación, y dentro de dicho sector predomina con casi un 50% el sector comercio y las telecomunicaciones. En el caso de otros sectores, como la industria, predomina la manufactura local orientada a la fabricación de bienes de uso y de consumo de bajo procesamiento.[18] Es decir que el grueso de la actividad económica dominicana demanda de una mano de obra con poca cualificación. Esto se comprueba al observar que de la cantidad empleados formales, sólo 46,505 tenían un nivel universitario en el año 2009, en comparación con 411,519 que no tenían ninguno, 501,739 primario-escolar y 606, 593 secundario-escolar o técnico vocacional.[19]

Uno de los hallazgos del estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico que ya hemos citado, fue precisamente el escaso requerimiento de mano de obra cualificada por parte del mercado laboral. En correspondencia con dicha situación, lo oferta de estudiantes egresados se orienta a perpetuar una economía que no es competitiva, ya que en su mayoría están destinados a labores de oficinas. El estudio es certero al afirmar lo siguiente:

“Dada la estructura de la economía dominicana, podría decirse que no tendría caso incrementar el nivel de capacitación de la fuerza laboral del país ya que conduciría a más desempleo o a la emigración de las personas mejores capacitadas hacia Estados Unidos o a otros países. Podría también afirmarse que no hay futuro de largo plazo en una sociedad que se basa en la mano poco cualificada y que, con una población mejor educada, la República Dominicana podría desarrollar una economía que se apoye más en altos conocimientos y se beneficie más de su proximidad con Estados Unidos, de los vínculos con dominicanos que radican en el extranjero y de la economía global en general. Desde este punto de vista, la concentración excesiva de la educación superior en actividades de apoyo o de oficina constituye una indicación de que la República Dominicana debería efectuar esfuerzos por diversificar la educación que sus universidades proveen y hacer mayor hincapié en la educación en niveles más avanzados.”[20]
De esto puede inferirse claramente que, en primer lugar, la adquisición de capital cultural institucionalizado no es garantía para las personas insertarse en el mercado de trabajo, ya que la mayor demanda, según el modelo económico dominicano, se dirige sobre todo a un trabajo precario y que no requiere cualificación; y en segundo lugar, que la oferta de estudiantes egresados está dirigida a actividades improductivas y respecto de las cuales las personas son fácilmente prescindibles o sustituibles.

Esto demuestra que la tasa de retorno de las inversiones de tiempo y capital económico en la obtención de capital cultural institucionalizado están directamente condicionadas por un modelo económico improductivo. Requiriendo el grueso de la demanda laboral una mano de obra que no requiere cualificación, es evidente que en las pocas plazas para las cuales se requiere una formación cualificada la competencia se acentúa. Y evidentemente quienes tienen mayor probabilidad para ganar esta competencia y hacerse con las plazas que garanticen el retorno, son aquellas personas que cuentan con una mayor dotación de capital social. Estas personas  usualmente provienen de  familias que  tienen una mayor dotación de capital económico y cultural, más en una sociedad con una concentración económica tan acentuada como la dominicana. Como expresa Bourdieu, “el rendimiento social y económico de la titulación académica depende del capital social, igualmente heredado, que pueda ser movilizado para respaldarla.”[21]

·         CONCLUSION.

De una combinación de los datos que revelan una concentración económica en la República Dominicana, conjuntamente con aquellos que explican el comportamiento del sistema educativo y del modelo económico que determina el mercado de trabajo, se puede llegar a la conclusión de que lo social se reproduce constantemente a través de un ciclo en el cual el capital económico sirve como impulso de ida y meta de llegada. Contrario a ideas ingenuas fundadas en un individualismo igualmente ingenuo que entiende que las probabilidades de éxito dependen de la mentalidad y de los esfuerzos individuales, la realidad demuestra que en la sociedad hay ciertas lógicas internas que tienden a reproducirse una y otra vez, en este caso como ciclo que pretende mantener la conservación del  capital en ciertos sectores y familias.

Como expresa Bourdieu, “el capital hace que los juegos de intercambio de la vida social, en especial de la vida económica, no discurran como simples juegos de azar en los que en todo momento es posible dar la sorpresa.” Y es que “la estructura de distribución de los diferentes tipos y subtipos de capital, dada en un momento determinado del tiempo, corresponde a la estructura inmanente del mundo social, esto es, a la totalidad de las fuerzas que le son inherentes, y mediante las cuales se determina el funcionamiento duradero de la realidad social y se deciden las oportunidades de éxito de las prácticas.”[22]A grandes rasgos he tratado de explicar como esas oportunidades de éxito se encuentran concentradas atendiendo al funcionamiento de la estructura de distribución de los tipos y subtipos de capital en la República Dominicana. Un resultado no muy halagüeño para la mayoría de dominicanos y dominicanas.

·         BIBLIOGRAFIA.

ü  BANCO MUNDIAL: “Cuando la prosperidad no es compartida. Los vínculos débiles entre el crecimiento y la equidad en la República Dominicana.” Enero 2014. Disponible en sitio web (Visitado 15 de octubre del año 2015): http://economia.gob.do/mepyd/wp-content/uploads/archivos/libros/crecimiento-equidad-republica-dominicana.pdf
ü  BOSCH, Matías: La educación desarraigada. En FUNDACION JUAN BOSCH: La crisis educativa y el modelo económico-político en la República Dominicana. Fundación Juan Bosch, Colección Bosch Vive No. 4, 2013.
ü  OCDE: La Educación Superior en la República Dominicana. 2012. Disponible en sitio web (Visitado 15 de octubre del año 2015) http://www.seescyt.gov.do/Documentos%20Mix%202010/OCDE%20listo%20para%20diagramaci%C3%B3n%20(2).pdf
ü  BOURDIEU, Pierre: Las formas del capital. Capital económico, capital cultural y capital social, en: Poder, Derecho y Clases Sociales; ed. Desclée de Brower, Bilbao, 2000.




[1] Pierre BOURDIEU: Las formas del capital. Capital económico, capital cultural y capital social, en: Poder, Derecho y Clases Sociales; ed. Desclée de Brower, Bilbao, 2000, p. 134.
[2] Ibídem, p. 136.
[3] Ibídem, o, 139.
[4] Ibídem, pp. 144-145.
[5] Ibídem, p. 148.
[6] Ibídem, p. 151.
[7] Ibídem, p. 157.
[8] BANCO MUNDIAL: “Cuando la prosperidad no es compartida. Los vínculos débiles entre el crecimiento y la equidad en la República Dominicana.” Enero 2014. Disponible en sitio web (Visitado 15 de octubre del año 2015): http://economia.gob.do/mepyd/wp-content/uploads/archivos/libros/crecimiento-equidad-republica-dominicana.pdf
[9] Ibídem, p. 11.
[10] Ibídem, p. 14.
[11] Pierre BOURDIEU, Op. Cit. p. 138.
[12] Ídem.
[13] OCDE: La Educación Superior en la República Dominicana. 2012. Disponible en sitio web (Visitado 15 de octubre del año 2015) http://www.seescyt.gov.do/Documentos%20Mix%202010/OCDE%20listo%20para%20diagramaci%C3%B3n%20(2).pdf
[14] Ibídem, p. 14.
[15] Ibídem, p. 44.
[16] Ibídem, p. 73.
[17] Pierre BOURDIEU, Op. Cit. p. 143.
[18] BOSCH, Matías: La educación desarraigada. En FUNDACION JUAN BOSCH: La crisis educativa y el modelo económico-político en la República Dominicana. Fundación Juan Bosch, Colección Bosch Vive No. 4, 2013, pp. 20-24.
[19] Ibídem, p. 30.
[20] OCDE: La Educación Superior en la República Dominicana. Op. Cit., p. 90.
[21] Pierre BOURDIEU, Op. Cit. p. 138.
[22] Ibídem, pp. 131-132.

1 comentario:

  1. Me ha encantado leer este trabajo del 2016 y que sigue desgarradoramente vigente. Alerta ademas sobre lo dificil que es hacerse de todos los tipos de capital en una sola generación. El capital economico que puede ser rapidamente adquirido pero que no se respalda con el capital cultural o social, tampoco permite avance sostenido. Las barreras sociales y culturales, pueden marginar a los nuevos ricos y regresarlos en otra generacion, al punto de partida…

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